Llevo versos, pronombres y rutina.
La alforja va colmada de otros cantos.
Me pesa el corazón. Pesan los llantos
y pregono mi dolor en cada esquina.
Quien escucha, se calla y adivina
detrás de cada piel otros encantos.
Devuelve la moneda y entre tantos
relojes detenidos, ¿quién se inclina?
Si al menos un instante sucediera,
mi corazón y yo entre amapolas,
calles del amor, pálpitos y rito.
Si al menos un instante yo pudiera
de sal en sal besar todas las olas
viviría. Lo digo y lo repito.
Blas Márquez, cmf