Palabra última

Quisiera que mi voz deshabitada

se poblara de sueños y de gloria

para dejaros luego mi memoria

lo mismo que una espiga sazonada.

 

No me culpéis a mí si en la mirada

tan sólo dije parte de mi historia.

Nací para volver, como la noria…

y nunca pude con la paz colmada.

 

No le culpéis a él, dirá la gente

que conoció las ansias de mi vida

y anida aún mi nombre en su memoria.

 

No le culpéis a él si inútilmente

buscó la paz. Bajad hasta su herida

y sabréis la otra parte de su historia.

 

Blas Márquez Bernal, cmf

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