Por esperar a Dios, desato el nudo
de este reloj de seda que agoniza.
El ascua se apagó y en la ceniza
el alba enciende mi clamor desnudo.
No tengo otra defensa que este escudo
de preguntas heridas. Y este acento
de cobre azul. Mi voz desnuda al viento
y clamo y me detengo. Clamo y dudo.
No sé si tu silencio es mi derrota.
No acierto en la plegaria y me pregunto
por dónde sopla el viento de tu brisa.
En horas desteñidas tomo nota
y ordeno los papeles de este asunto
esperando a la aurora tu sonrisa.
Blas Márquez, cmf