No podemos mirar hacia otro lado

Aquí el debate social sobre el tema de las migraciones no lo hemos hecho todavía y no
podemos quedarnos tranquilos pensando en la tarea realizada por personas y colectivos muy loables, ni en la capacidad de convocatoria de ciertas manifestaciones.
Hoy gran parte de la ciudadanía europea está alimentando el discurso racista e
insolidario y cabe preguntarse por qué. No somos inmunes a estos planteamientos que, de hecho, ya están presentes en nuestra sociedad y de ello tenemos dolorosos ejemplos.
Por eso sería bueno ser muy conscientes de lo que está pasando para no caer en sutiles manipulaciones y en el discurso insolidario del miedo. Así, es importante recordar algunas cuestiones que me parecen esenciales:
-No debemos olvidar que vivimos en sociedades y en un mundo extremadamente
violento y que la mayor violencia aún es hoy en día la violencia estructural, consecuencia de la injusticia que supone un mundo con la riqueza tan mal repartida. Además, disfrutamos de una paz vinculada al armamentismo, que a nada bueno nos puede llevar, pues es una paz falsa, que enriquece los grandes productores de armamento y sirve para hacer estallar conflictos armados de forma localizada cuando conviene al complejo militar-industrial-tecnológico.
– Hace falta explicar claramente a la opinión pública que los migrantes vienen y vendrán, independientemente de la dureza de la gestión de nuestras fronteras, que sólo provocará más muertes y no disuadirá a los que quieren entrar. Si toda esta gente desplazada viviera en países estables o en países donde no se pasara hambre, no vendrían. Porque nadie quiere irse de su casa. ¡El primer derecho es el derecho a no tener que emigrar!
-Los migrantes, en su mayoría, han venido para quedarse; no disminuirán. El hecho
migratorio se ha convertido en estructural y esto quiere decir que requiere también
soluciones estructurales, más allá de gestos y tratamiento humanitarios.
-La inmigración es el espejo de nuestras contradicciones. Vivimos el contrasentido de
una Europa envejecida que necesita y necesitará cada vez más la inmigración, y en
cambio se amuralla para cerrarle el paso. En un mundo global de sociedades abiertas,
considerar la inmigración como una rémora ha sido un error que ha puesto a Europa
ante una de las peores crisis de su historia, que amenaza su identidad y el horizonte en común. El dinero que se gastan para externalizar la represión contra los inmigrantes podría destinarse a acogerlos y todos saldríamos ganando.
¡Hay que decir bien claro que las mafias son la consecuencia de las políticas de cierre
de fronteras!

José Antonio Benítez Pineda, cmf

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