El día 11 de Octubre, llegué al hospital Oncológico de Santiago de Cuba para recoger los resultados de la biopsia. El médico me hizo sentar y después me dijo en tono de voz muy baja:El resultado ha salido negativo, usted tiene cáncer de próstata. En ese momento sentí que el mundo se me venía encima y que entraba en ese camino donde podía ver escrita la fecha de mi caducidad. En ese momento, hice una oración a Dios sintiendo que mi vida estaba en sus manos. Bueno, siempre estamos en la manos de Dios…Pasaron varios días y el golpe lo fui aceptando poco a poco. La situación no era tan grave, el médico me dijo que a mi edad y con un tratamiento de radioterapia eso estaba superado; respire. Toda la vida dando esperanza y consejos a la gente, ahora me tocaba dármelo a mí. Me acorde de aquella frase de los años 60: Cuando tenía las respuestas me cambiaron las preguntas. En estos momentos me encuentro en España, visitando consultorios médicos y hospitales ypreparando mi cuerpo para el tratamiento de la radioterapia. Y estando en estas preocupaciones y sin darme cuenta, llegó la Navidad iluminando todos los rincones de mi vida de manera maravillosa. Esa luz de Belén ha venido a decirme que me olvide de mí y me acuerde más de aquellos que rezan por mí y sobre todo aquellos que lo están pasando peor porque lo han perdido todo y sobre todo los invisibles, las familias y los niños refugiados de Siria y los Rohingya, los que han sensibilizado mi vida en todos estos días especiales de adviento y navidad. He dejado de pensar en mí y me he acordado más de ellos: sus casas destruidas, sin escuelas, sus ciudades en ruinas, viviendo en campos de refugiados, deambulando de un sitio para otro con la vida amenazada y al mismo tiempo trayendo hijos al mundo en medio de toda inseguridad y sintiendo que no son queridos ni aceptados en las fronteras, he intentado ponerme en su lugar. Ellos lo han perdido todo. Jesús sigue naciendo hoy en campos de refugiados de Siria, Darfur, Bangladés. Son los mismos caminos hacia Egipto que llevaron a María a José y al niño.
Hno. Manolo Pliego, cmf
Santiago de Cuba-Ahora en España.