SAN BARTOLOMÉ, apóstol, 24 de agosto
Estar en la higuera, estar en Babia, estar en las nubes, estar en blanco… Todas estas expresiones, y otras semejantes, indican ignorancia y desconocimiento de algún asunto del que se está tratando.
En la vida del apóstol Bartolomé, llamado también Natanael, hay una higuera que significa todo lo contrario: conocimiento profundo y esencial: En la tarde en que se encontraron, e incluso antes de que se saludasen, Jesús hizo un comentario sobre el buen mozo pescador que se le acercaba, lo que suscitó en él una pregunta intensa: «¿De qué me conoces?» La respuesta de Jesús fue desconcertante para todos menos para el interesado: «Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, yo te vi».
Nadie, nunca, sabrá de lo sucedido debajo de aquella higuera, que bastó para que al mencionarlo Jesús, Natanael lo reconociese como el Hijo de Dios y el Rey de Israel y le entregase sin reservas su corazón generoso.
Merece la pena que nos tomemos un momento para, reloj en una mano y bolígrafo y papel en la otra, hagamos el cálculo de cuánto tiempo, en nuestros días, nos pasamos «en la higuera» y cuánto «debajo de la higuera», como Natanael. Seguro que de ello dependerá que podamos ser «un verdadero misionero en quien no hay engaño».
Veraz y transparente, lejos de toda falsedad y malicia, Bartolome-Natanael siguió con el equipo apostólico el largo camino de su transformación hasta ser un apóstol cuajado, como lo era pescador, y dar su vida por el que había descubierto su corazón.
Y tú, ¿estás “en” la higuera o “debajo” de ella?
Carlos Díaz Muñiz, cmf