El realizador japonés Hirokazu Kore-eda acude puntualmente a su cita anual con una película que interesa y, como suele ser habitual en él, se adentra en el mundo de relaciones que configuran las vidas de los protagonistas de la historia que nos cuenta.

Con una estructura que adopta distintas perspectivas de los personajes principales, Monstruo nos pone sobre aviso sobre la inestabilidad emocional en que viven muchas personas y cómo esa situación puede mediatizar la percepción de las cosas y llegar a ofuscar la mirada de las cosas haciéndonos ver la realidad no como es en verdad, sino como creemos verla.

La madre de un joven alumno, el profesor de éste, la directora del colegio, el propio alumno… y otros personajes secundarios conforman un puzzle que el realizador japonés va componiendo con retazos de las versiones de los acontecimientos que cada personaje ofrece.

En Monstruo subyace la huella de Rashomon, la película clásica de Akira Kurosawa, donde asistimos a la narración de una historia desde distintos puntos de vista de los personajes que intervienen en ella. Así en esta película también vemos cómo la percepción de la realidad adopta matices diferentes, según quién la cuenta, o se sitúa ante ella. Así la película, inicialmente sencilla y directa, va tomando complejidad y haciéndose más confusa a medida que los distintos personajes van desvelando sus motivos y la realidad que viven.

En apariencia, todo comienza con la preocupación de una madre que observa a su hijo con preocupación e indagando en las causas de su malestar implica a un profesor aparentemente responsable de la situación vivida por el niño. Fiarse de las apariencias puede conducir a equívocos y provocar controversias injustificadas, actitudes poco razonables aun cuando parezcan más que lógicas. La película está dividida en tres segmentos que nos ofrece el punto de vista de tres personajes principales: la madre, el profesor, el niño. La visión conjunta de la historia ofrece al espectador la posibilidad de componer el mosaico que explica las razones de cada uno. Varios temas confluyen en la triple historia: las relaciones de los padres con el colegio, la pretensión de cuidar la reputación social, el acoso escolar, las consecuencias malsanas de las redes sociales… Todo ello irradia miradas distantes y distintas, que nos llevan a acercarnos a cada personaje con un toque de lástima por la situación vivida, mientras los niños artífices iniciales de la historia se desentienden de las miradas de los mayores, prescindiendo de las desventuras que han contribuido a crear.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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