Hoy como ayer
y este siempre apenas conjugado
me pregunto por la vida.
¿Por la vida sin más?
¡No! Por la vida a la intemperie.
(Las caracolas lloran en la arena,
Nostálgicas de olas y corales)
¿Qué pregunta si no?
Abre los ojos.
Amaneció de nuevo.
Y como un potro desbocado
la vida va saltando
de rostro en rostro.
Una huella distinta e irreparable
tiñe de rojo, azul o violeta
las rejas desoladas de la carne.
(Nunca sucumbe el mar a su embestida)
En el viento colgamos los pañuelos
que ayer enjugaban las lágrimas.
Indiferentes, apacibles,
acostumbrados,
giran los pies del caminante.
¿Quién levanta la voz y agrieta la palabra?
(Cada ola mantiene su cadencia)
He bajado a la calle
y se palpa la vida desteñida
en las esquinas rotas.
La vida a la intemperie y, sin embargo, hermosa.
La vida en pedacitos
como porciones
en las colas diarias de un paisaje intacto.
Regreso a casa y giran imparables
los sueños y los vientos.
Me sigo preguntando por la vida.
¿Qué pregunta si no, mientras vivimos?
¿La pregunta es audaz si no hay respuesta?
Abre las manos
Y en el vientre materno de la aurora
siembra de nuevo la Utopía.
(En la mar no hay caminos
y, sin embargo,
las olas no enmudecen)
(Las Palmas, 2020)
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Lilia Macías)