¿Me pongo a cantar?

Cae la noche como un cero

en el papel azul de sus quebrantos.

Y en un abrazo inesperado

se arropa la ciudad.

Su desnudez destiñe el aire.

Sus sueños, un papel arrugado.

La noche se ha cerrado sobre el parque.

Los pájaros anidan su plegaria.

Y en los bordes hirientes de la luna,

un silencio amarillo.

 

La soledad se acerca a mi ventana

como una amante ciega.

Ni palabras ni besos placenteros.

El tiempo va pasando

y en las arrugas de este canto

fijo mis ojos.

 

Y en el brocal del pozo

la plegaria mayúscula, sellada.

 

Blas Márquez Bernal, cmf

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