«Me he encontrado con Dios, pero sin olvidarme de los hombres»

Hoy, en esta sección, reproducimos una entrevista a Pedro Fuertes Combarros, misionero claretiano de nuestra Comunidad de Las Palmas – Rabadán, que el pasado 29 de Septiembre publicó el periódico «La Provincia de Canarias», tal como podéis ver aquí) a raíz de la publicación de su libro de poesías «Casi canto».

(La entrevista es del periodista Fabio García y la Fotografías de José Carlos Guerra)

«En mi vida es importante dejar huellas, nunca cicatrices»

El padre Pedro Fuertes, durante la entrevista. josé carlos guerra

El padre Pedro Fuertes Combarros (Astorga, 1932), antiguo profesor de literatura en el colegio Claret en Las Palmas de Gran Canaria, da a conocer su libro de poemas ‘Casi canto’, del cual habla en esta entrevista, además de hablar de su experiencia como docente, ya jubilado, y sacerdote, etapa esta última que «fueron ocho años apasionantes». Pedro Fuertes llegó a Canarias en octubre de 1966, y según relata, «vine con miedo y después esta isla supuso una iluminación, un verdadero hallazgo humano y espiritual. Me alucinó el paisaje, y el espíritu abierto y cariñoso de su gente me caló poderosamente».

¿Muchas personas le han pedido publicar este libro desde hace tiempo, ¿por qué no se decidía a hacerlo?

Siempre he tenido miedo a exponer mis sentimientos en público, porque siempre he fomentado el silencio interior y la emoción. De ambos brota la palabra en mis memorias, en mis artículos, en mis cuentos, en mis poemas. Me ha faltado valor para darlos a conocer. He tenido una cierta pereza interior y exterior.

Pero al fin ha aparecido este libro de poemas, ¿cómo ha surgido?

De una manera muy sencilla. Los compañeros de la Comunidad Claretiana, los Antiguos Alumnos, urgidos por Juan Torres Castellano, han sido determinantes. Por ahí han ido los tiros.

¿Y por qué ha elegido el título de Casi Canto?

Es parte de un verso de Jorge Guillén que dice: «Asombro de ser, cantar», el casi viene de que nunca somos del todo. Siempre queda algo. Siempre. Por eso estamos en camino… Al quedar algo, le viene bien ese adverbio, el adverbio de la esperanza, del que está caminando siempre, del que busca algo. Siempre nos queda algún camino por recorrer. Y c anto es la plenitud, es el no va más. En esta actitud humana y espiritual me encuentro cuando escribo.

¿A quién canta en él?

A la Navidad, a lo trascendente, que, inexorablemente, se apoya en lo espiritual y en lo humano. Poemas religiosos, poemas de amistad, poemas de amor y dolor al mismo tiempo, porque estos dos sentimientos están unidos en la vida. Y, lógicamente, en el libro, el amor y el dolor se encuentran en el misterio. Todo esto da sentido la obra. El misterio es otro concepto, otra emoción que no puedo dejar de lado.

¿Por qué?

Porque sin el misterio no podría vivir. La razón sola, nos mete en un callejón sin salida. La razón es necesaria, de ahí la ciencia, los estudios, pero siempre tenemos que cobijarnos, sin rechazar la razón, en el misterio. Misterio y razón son dos grandes conceptos que dan sentido a mi vida. Todo esto vivido desde la humildad y desde la alegría.

¿Qué proyectos le siguen quedando por cumplir?

He tenido mucho proyectos, he vivido muchas emociones. En el libro y en otros poemas, en otros escritos, sencillamente quiero dar lo que he vivido, lo que vivo: amor, dolor, esperanza, alegría. No es poco. Dejar mi vida en los poemas, en los cuentos, en las «nonadas». Poner mi vida al descubierto y que la puedan ver todos los que me lean. En mi vida es importante dejar huellas, nunca cicatrices.

¿Qué son esas «nonadas»?

Las «nonadas» son como greguerías, sentimientos, desahogos en tres o cuatro versos. Son centenares y centenares que estándispersas. Se apoyan en un verso de Quevedo que dice: «Nonada es la vida mi nonada».

Llevas muchos años en Las Palmas. ¿Cómo vino hasta aquí?

Llevo 53 años en la isla, vine destinado al Corazón de María desde el Colegio Claret de Sevilla para suplir al profesor de lengua y literatura. Venía con cierto temor, porque después de seis años allí el cambio no era fácil.

¿Solamente ha dado esta asignatura?

En principio, sí. Sin embargo, un año impartí religión, pero siempre me he movido en este ambiente literario.

¿Cuándo comenzó a escribir poesía?

En el bachillerato. Fui un apasionado de las lecturas más o menos permitidas, sin grandes tropiezos, pero con muchas ilusiones. Pronto comencé a sentir pasión por la literatura, leí mucho y la lectura creó en mí un ambiente personal y espiritual que no dejaré de agradecer a Dios y a mis superiores.

¿Cómo pudo compaginar la labor docente con la de poeta?

Tuve que hacerlo porque me dediqué muy pronto a la enseñanza. Primero, como «maestrillo» en Sevilla, en 1955 y después vinieron los estudios de teología y sociología en Roma, de periodismo en Madrid que colmaron mi corazón. Me enriquecieron sobremanera. También fui cronista de cultura en el Madrid de los sesenta.

¿Cómo era la cultura en la capital por aquel entonces?

Era muy rica. Al carecer de cierta libertad, se cultivaba, especialmente, la inteligencia, las argucias intelectuales. Conocí, y guardo un recuerdo especial de Pedro Laín Entralgo, Antonio Tovar, Fisac, Sopeña, Gerardo Diego, Luis Rosales, Leopoldo Panero. Con algunos incluso mantuve una amistad. Las charlas con todos ellos me llenaron fuertemente.

¿Y cuando llegó a Canarias se acabó todo aquello?

De ninguna manera; aquí comenzó casi todo. Llegué en el honorable Plus Ultra el 4 de octubre de 1966. Como le comenté, vine con miedo y después esta isla supuso una iluminación, un verdadero hallazgo humano y espiritual. Me alucinó el paisaje, y el espíritu abierto y cariñoso de su gente me caló poderosamente. Cambió, en cierto modo, parte de mi vida.

¿Canarias le marcó un antes y un después?

Sí, porque aquí aprendí la virtud de la cercanía como virtud esencial: en mi vida y en mi vocación. Y con esta cercanía me he encontrado con Dios, pero sin olvidarme de los hombres. Hombres que son jóvenes, niños, adultos. Me ha impresionado el paisaje que, junto con la persona, se ha convertido en mí en paisanaje. Me afectó su manera de ser, su arte, su literatura, que han enriquecido plenamente mi vida. Sin olvidar nunca la cultura fuera de las islas. Esto, como profesor, no podía faltar; tenía que estar presente. En este ambiente no he dejado de lado nunca el reciclaje: en lo cultural, en lo religioso, en lo social. Con todo lo que esto significa en la educación, en la pastoral, en una Iglesia en «salida misionera».

¿Y cuál ha sido su trayectoria como escritor?

He escrito muchos poemas y también puse por escrito mis memorias, aún inéditas, tituladas Memorias desmemoriadas de un cura casi normal. Muchísimas «nonadas» y otro libro de poemas, Etapas interiores del hombre.

¿Cuáles son esas etapas?

La primera es la del hombre que no cree en nada ni en nadie, y está compuesta por quince poemas desgarradores, al estilo de Blas de Otero en su primer periodo. La segunda es la del hombre que cree en el amor humano, a la que dediqué otros quince poemas de amor, de amistad. Y la tercera es la del que cree en Dios, que es el hombre pleno al que escribí quince poemas más, pero de corte religioso. A este libro le tengo mucho cariño. Está ahí, no sé dónde, no sé cómo.

Pero además de poeta, ha cultivado el cuento.

Sí, tengo una obra que se titula Cincuenta cuentos y un epílogo. Son cuentos cortos con una moraleja religiosa o humana.

Además de la labor docente, también ha dedicado tiempo a la labor parroquial, ¿no es así?

Sí, es cierto. Estuve ocho años en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Pedro Hidalgo. Fueron ocho años apasionantes. Si yo di algo, su gente me dio mucho más. A pesar de las limitaciones, eran muy generosos, alegres y entregados. Allí aprendí mucho. Además de las clases de COU en el Colegio Claret por la mañana, todas las tardes impartía clases de gramática a alumnos de octavo de EGB en el Centro Menéndez Pidal. Me encontré muy a gusto dando clases de lengua. Llegaba más a los alumnos que dando clases de religión. Fueron unos años muy importantes de mi vida.

¿Y que hay de su faceta como conferenciante, no solo de literatura o religión, sino también sobre política?

Durante muchos años impartí la lección magistral de comienzo del curso, pero también impartí conferencias sobre otros temas, como la vida y obra de Juan Negrín, cuya vida estudié particularmente. No me fue difícil analizar su vida porque la familia Negrín tenía una particular empatía con los misioneros, ya que Juan Negrín tuvo un hermano claretiano, Heriberto. Por esto conocí a Santiago Carrillo en casa de Fernando Ortiz Wiot. Dimos una conferencia juntos, mi parte se titulaba Las tres heridas de Juan Negrín, la primera era Querer creer y no poder, la segunda Querer instaurar la república y no poder, la tercera Querer recuperar a los republicanos y no poder, y por último, Juan Negrín humanista. Todo esto con datos. Sin invenciones de ninguna clase.

¿Qué otros políticos ha conocido?

Por aquella época tuve cercanía con Juan Rodríguez Doreste con el que compartía una especial afición por Quevedo, Monseñor Echaren, el rector de la universidad Francisco Rubio Royo, Jerónimo Saavedra, Salvador García Carrillo, Eligio Hernández. Y siempre, por ser mi alumno, con Juan Fernando López Aguilar. Estas amistades tenían una dimensión no solo política, sino, sobre todo, humana, cultural y religiosa. Me enriquecieron muchísimo.

Es usted un hombre polifacético, pero ¿cuál es su principal faceta?

El silencio, la emoción, la palabra, porque para escribir hay que tener momentos de silencio, sólo con él viene la emoción.

¿Entonces qué opina de esta sociedad en la que cada vez hay menos espacio para el silencio?

Los móviles son los grandes enemigos del silencio, y por lo tanto también lo son de la poesía y la emoción.

¿Nos dirigimos hacia un mundo sin contemplativos ni poetas?

Todo parece indicar que sí, porque la tecnología nos distrae mucho, y para la contemplación y la poesía no puede haber distracciones. Saramago decía que en la actualidad la palabra más importante es silencio. La tecnología impide la meditación y se está abandonando la lectura, con medios como la televisión e internet la educación se ha vuelto más superficial y se ha empeorado la lengua, porque los jóvenes cada vez tienen más faltas de ortografía al leer menos y escribir más en sus móviles ¿qué vendrá después de esto?

Incorporamos ahora una galería de imágenes del día de la presentación del libro de Pedro Fuertes en la Parroquia Corazón de María de Las Palmas de Gran Canaria, «Casi Canto», incluída la de la noticia que publicó la prensa canaria del evento:

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