Me encuentro en mi camino -todos lo hacemos- santos y santas de los que merece la pena hablar. Como una «Vía Láctea», calzada celeste, cargada de «Holyness», de santidad, esta semana está repleta de «estrellas» de las cuales no resulta fácil destacar a alguna en particular: San Matías (sustituto de Judas «el traidor», y que significa «Don de Dios o para Dios»), San Isidro (homónimo de Isidoro, «dones de dioses»-), San Pascual Bailón (un santo enamoradísimo de la Eucaristía y de la Virgen María), etc.
Además, estos siete días han tenido como preludio la apoteosis del 13 de Mayo, en la que el Papa Francisco canonizó en Fátima (nuestra vecina Portugal) a Jacinta y Francisco.
Pero de modo particular quisiera reseñar al «santo» (aunque de momento sólo es «Venerable») Padre Mariano Avellana, cuyo aniversario del nacimiento para el cielo ha sido este domingo, 14 de Mayo. Este Misionero Claretiano ingresó en la Congregación el mismo año de la muerte del Padre Claret, nuestro Fundador (1970), y fue enviado de inmediato a Chile, donde predicó infinidad de Misiones populares y ejerció su apostolado en hospitales y cárceles, muriendo en olor de Santidad. Su lema de vida fue «O Santo o muerto».
Enorme desafío.
Y nosotros, ¿vivimos en esa tensión… hacia la santidad?
Al menos deberíamos planteárnoslo.
Feliz santidad.
Antonio Bolivar, cmf