Los datos son escalofriantes

El pasado 7 de julio participé junto con Helena Maleno, fundadora del colectivo Caminando Fronteras, y Teodoro Bondyale, secretario de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC) y Miembro de la Red Canaria de Acogida (REDCAA) en la presentación del último monitoreo que la ONG ha realizado en este semestre del presente año. Los datos no dejan de ser escalofriantes. Son los peores datos desde que la ONG presenta dichos informes.  En total son 2.087 vidas perdidas en el mar en los primeros seis meses de 2021, con una tendencia al alza en el último tramo, que concluye con 465 muertes solo en junio. De esta cifra, que prácticamente iguala a las víctimas de la frontera sur de todo 2020, el porcentaje de personas cuyos cuerpos no se recuperaron sigue siendo muy elevado: un 95,83% están desaparecidos.

De las cuatro rutas de las que se hace seguimiento, Argelia, Mar de Alborán, Estrecho y Canarias, la de Canarias es la más activa y la más mortífera. Un total de 1.922 personas han muerto intentando alcanzar las costas del archipiélago. De los 57 naufragios reportados en esta ruta, 18 son de embarcaciones que partieron de Mauritania.

Entre quienes migran, y también pierden su vida en este proceso cada vez hay más mujeres y niños.

El problema no reside solo en la situación de las embarcaciones, las condiciones de rescate también están en la causa de tantas muertes. En varias ocasiones se ha transferido alertas que la marina marroquí no ha atendido, ocasiones en las que embarcaciones en serias dificultades han mandado posiciones y no ha habido rescate, o el rescate ha sido negligente, generando situaciones de peligro o incluso dejando víctimas mortales. Respecto al lado español, la organización urge a reforzar Salvamento Marítimo, con recursos materiales, en particular aéreos, y una mejora en las condiciones de trabajo de su plantilla.

También consideramos imprescindible una mayor transparencia sobre los rescates, pero también sobre los centros de detención, y qué personas han sido deportadas y dónde. Para nosotros es urgente que el estado no obstaculice el seguimiento de las víctimas y garantice el derecho de las familias a saber qué ha sido de sus familiares.

La condena a la invisibilidad ha surgido varias veces en los informes que se han presentado, Helena recordó que, mientras los medios de comunicación estaban atentos a lo que sucedía en la frontera ceutí durante el conflicto con Marruecos el pasado mayo, se incrementaron las salidas desde Dakhla y Laayoune. Quienes partieron lo hicieron en muchos casos en lanchas neumáticas, también de segunda mano, en condiciones muy precarias.

Por último, identificar, dar un entierro digno a quienes mueren en la travesía es una tarea ardua. Para empezar, poco más del 4% de las personas que perdieron la vida en el viaje son encontradas.

Hemos de seguir acompañando estos “duelos suspendidos” que tanto dolor causa a los familiares. Pero el Estado parece no entenderlo. Lejos de avanzar en este sentido, el acompañamiento sigue dependiendo de la buena voluntad de la sociedad civil y de algunos funcionarios, donde no existen protocolos eficaces lo que provoca que los familiares se metan en procesos complicados y lentos, que dependen del esfuerzo de personas voluntarias.

 

José Antonio Benítez Pineda, cmf

(FOTO: Cayuco en el que viajaban un grupo de migrantes en el sur de Tenerife | REUTERS/ Borja Suárez | Publicada en ALFA & OMEGA)

 

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