Los botones de las rosas

La primera gota… la primera imagen para la contemplación, la catequesis o la predicación: los botones de las rosas.

Dice San Antonio Mª Claret en el nº 26 de su Autobiografía: “A la manera que los botones de las rosas, que con el tiempo se abren, y, si no hay botones, no puede haber rosas, así son las verdades de la Religión. Si no hay instrucción de Catecismo, hay una ignorancia completa en materias de Religión, aun en aquellos hombres que pasan por sabios”.

Claret nos aporta esta imagen a propósito de las enseñanzas que recibía de niño sobre el Catecismo, y que recitaba como un papagayo sin entenderlas. Con el tiempo, sin saber cómo ni de qué manera, se le revelaba el fondo de las verdades de fe que había aprendido. Lo que estaba cerrado al entendimiento, se abría por pura gracia de Dios.

Fina agudeza la de Claret para expresar con esta imagen lo que todos de algún modo hemos experimentado y sentido: que las verdades de la fe están en nosotros de manera germinal. De esta enseñanza podemos sacar una interesante conclusión para padres y educadores: todo lo que se siembra con amor, fructifica. No hay que desestimar la noble tarea de la educación cristiana de hijos, alumnos y catecúmenos. Dedicar tiempo a la enseñanza y catequización de los niños no es perder el tiempo, sino ganarlo para la edificación cristiana de la sociedad y para la eternidad, pues la fe nos justifica (cf. Rm 3,28).

En el ejercicio del ministerio han sido muchos los padres que han venido a buscar consuelo y consejo ante unos hijos que se han alejado de la Iglesia. Yo siempre les digo: “No hay que perder la esperanza. Todo lo que hayas sembrado con amor, fructificará un día. Que en ti sigan viendo una vida ejemplar, movida e iluminada por el culto a Dios”.

Lo afectivo es lo efectivo. Ciertamente, en edades tempranas todo se acoge por el afecto para que pueda abrirse posteriormente en el intelecto. Entonces será cuando con vigor y eficacia daremos razón de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15) en un mundo ajeno, aunque necesitado de las cosas de Dios.

A vosotros que sois padres, profesores y catequistas os dedico esta primera “gota”. ¡Ánimo!, tenéis en vuestra manos la más hermosa tarea que se puede hacer en este mundo: formar el corazón creyente de un ser humano, ¡una rosa de Dios!

Juan Antonio Lamarca, cmf

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