Hoy como ayer
y este siempre apenas conjugado
me pregunto por la vida.
¿Por la vida sin más?
¡No! Por la vida a la intemperie.
(Las caracolas lloran en la arena,
nostálgicas de olas y corales)
¿Qué pregunta si no?
Abre los ojos.
Amaneció de nuevo.
Y como un potro desbocado
la vida va saltando
de rostro en rostro.
Una huella distinta e irreparable
tiñe de rojo, azul o violeta
las rejas desoladas de la carne.
(Nunca sucumbe el mar a su embestida)
En el viento colgamos los pañuelos
que ayer enjugaban las lágrimas.
Indiferentes, apacibles,
acostumbrados,
giran los pies del caminante.
¿Quién levanta la voz y agrieta la palabra?
(Cada ola mantiene su cadencia)
He bajado a la calle
y se palpa la vida desteñida
en las esquinas rotas.
La vida a la intemperie y, sin embargo, hermosa.
La vida en pedacitos
como porciones
en las colas diarias de un paisaje intacto.
Regreso a casa y giran imparables
los sueños y los vientos.
Me sigo preguntando por la vida.
¿Qué pregunta si no, mientras vivimos?
¿La pregunta es audaz si no hay respuesta?
Abre las manos
Y en el vientre materno de la aurora
siembra de nuevo la Utopía.
(En la mar no hay caminos
y, sin embargo,
las olas no enmudecen)
Blas Márquez Bernal, cmf