Quiero compartir, desde el corazón -Corazón de María-, mi testimonio de fe y vida como sacerdote y misionero claretiano que trabaja en parroquias.
Desde que inicié este camino al que Dios me llama, solo puedo dar las gracias por hacerme partícipe de la huella de San Antonio María Claret. Recibí una buena noticia que es el Evangelio, y… lo que gratis has recibido, gratis hay que darlo. Las buenas noticias están para decirlas y anunciarlas. Es así como vivo mi vocación misionera. Y así intento vivirla en mí día a día, con la gente de la parroquia y sobre todo, tratando de llegar allí donde aún no han conocido esta gran noticia que es Jesucristo. Además, a lo largo de mi vida, he tenido la suerte de compartir este sueño de Claret con las distintas ramas de la familia claretiana; desde lo cotidiano y en lo extraordinario. Siempre me he sentido como un hermano más de la familia que comparte, ríe y llora con sus demás hermanos.
Por eso, para mí, vivir la fe y la vida tiene sentido desde un ambiente familiar. Fue en mi familia donde se me transmitió la fe y es esta la forma en la que me siento llamado a evangelizar como misionero claretiano en la parroquia en la que trabajo. Desde niño experimenté la Iglesia como un lugar en el que te puedes sentir en casa, lugar donde no existen los miedos, donde hay confianza, ternura, acompañamiento y cuidado. Esa es la clave desde la que vivo mi vocación misionera.
Un abrazo a ti que te has detenido a leer mi testimonio.
Alejandro Suárez Rosales, cmf