LA TARDE ESTÁ DOLIDA
(En el silencio hiriente de la pandemia. I)
En el silencio de esta tarde herida
hay un clamor de voces maniatadas.
Ni abrazos, ni caricias ni miradas
en el brocal del ansia dolorida.
Y estremece el silencio que convida
a un ritual de danzas y de espadas
que late en nuestras calles apagadas
sedientas de senderos y de vida.
Alzamos nuestras manos y enmudecen
los labios de otros labios en la lumbre.
Los besos ya no giran ni estremecen.
Y el muro de la vieja certidumbre
sucumbió a nuestro paso dolorido.
Y el corazón sin ascuas ni latido.
Blas Márquez Bernal, cmf
(Las Palmas, abril, 2020)