La sombra del pasado («Obra sin autor»)

La sombra del pasado se presenta como una película que observa la realidad alemana en un arco temporal amplio. Comienza en los años treinta con las leyes de supremacía racial de los nazis (que tienen su importancia en los primeros minutos de la película), continúa con la vida difícil y absorbente en la República Democrática, y concluye en un estallido de búsqueda y creatividad en la República Federal, ya en los años sesenta.

Es difícil resumir en pocas palabras todo el complejo argumento de una película que se prolonga algo más de tres horas. Parece querer abarcar mucho y, tal vez por eso, finalmente aprieta poco.

La secuencia inicial es iluminadora de los derroteros que terminará tomando la película. Una joven lleva a su sobrino pequeño a visitar una exposición de arte degenerado –dirá el guía nazi que les acompaña-. Dicho guía, con un tono algo grandilocuente, rezuma desprecio por una forma de arte que considera inútil. Dicha inutilidad se trasladará posteriormente a la valoración de las vidas de aquellas personas que las autoridades consideran prescindibles en el marco de la nueva Alemania que los nazis quieren crear. Curiosamente, más adelante, ya terminada la guerra y triunfante la ideología comunista, un profesor de la escuela de arte donde estudia el protagonista (aquel pequeño que asistía a las diatribas del guía nazi) minusvalora también formas artísticas ajenas al doctrinario impuesto por las autoridades de la RDA.

La creación artística y la necesidad de buscar la propia identidad a través del arte es uno de los vértices que constituyen el entramado de la película. Pero para dotar la historia de otros elementos que la hagan atrayente y capten la atención del espectador, el director y guionista Florian Henckel von Donnersmarck, que ya nos regaló hace algunos años la muy recomendable La vida de los otros, donde nos acercaba también a la sinrazón del régimen de la RDA, enhebra otras cuestiones más lindantes con los traumas personales de sus protagonistas. Y así acompañamos la historia de amor de una pareja (estudiantes de arte y diseño) que ha de luchar contra la oposición del padre de la joven, un doctor que cambia de uniforme (de nazi ferviente a comunista no menos convencido) con la facilidad que le imponen las circunstancias, a las que sabe adaptarse para conservar sus privilegios. Éste permanece durante toda la película como una amenaza permanente para los jóvenes enamorados. Afortunadamente, el arte termina por desvelar el fondo de la trama y, casi sin pretenderlo, destapa su historia oculta y criminal.

En su origen la película, titulada en nuestro país La sombra del pasado, lleva por título Obra sin autor. Es un título extraño, máxime cuando el joven artista busca con ansia expresarse y manifestar su mundo interior, empresa en la que insiste una y otra vez, hasta conseguir sacar de sí ese mundo que late en él desde que, siendo pequeño, su tía le llevó a visitar una exposición que dejó en él más huellas de las que pretendía el maquiavélico guía que les acompañó.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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