«La solución a la inmigración no es fortificar Europa y poner patrulleras»

Esta semana compartimos una entrevista de Silvia Fernández, de Canarias 7, realizada a David Melián, director del Secretariado de Inmigración de la Diócesis de Canarias. El abogado experto en migración critica la falta de «humanidad» de la administración para gestionar el fenómeno migratorio y que, por ejemplo, al mes se deje a los migrantes en la calle sin ningún apoyo.

 

«La solución a la inmigración no es fortificar Europa y poner patrulleras»

– ¿Cómo se está viviendo desde la Diócesis de Canarias este repunte migratorio?

– Lo vemos con preocupación. Está aumentando el número de personas que llegan y esto supone que hay más personas jugándose la vida en el mar y hay más probabilidad de que se pierdan vidas por una falta de vías legales y seguras para venir a nuestro territorio. Por otro lado, a la hora de atenderlos hay que poner el foco en las necesidades de las personas y escucharlos. Ahora mismo se están produciendo derivaciones muy rápidas y puede ser positivo para las personas cuyo destino es la península o cualquier otro lugar de Europa pero complica la detección de vulnerabilidades. En dos semanas no se puede detectar, por ejemplo, si es una persona víctima de trata porque requiere una atención más personalizada. También está el problema de las infraestructuras que no son suficientes ni tienen los estándares mínimos que deberían tener. Siguen estando los campamentos y no se han abierto más centros de carácter estructural.

 

– Habla de derivaciones rápidas y sin embargo, el hecho de que se traslade a los inmigrantes a la península en el plazo de un mes o mes y medio es una de las razones de que en las islas no haya un estallido social contra la inmigración.

– La sociedad canaria es solidaria por su propia naturaleza pero si el motivo de la derivación es no generar rechazo social lo que hay que hacer es trabajar en esa sociedad y no desplazar a las personas sin atender sus necesidades.

 

– Al tiempo, las derivaciones son lo que buscan los propios inmigrantes que quieren llegar a Europa. Para ellos, Canarias es un lugar de tránsito.

– Esa es una idea que se ha extendido en el imaginario popular pero no siempre es así. por eso hay que escuchar a las personas. Algunos tienen familiares en Europa y quieren ir y otros no tienen un plan definido. Llegan a Canarias y no tienen inconveniente en quedarse. El argumento de que todos quieren ir a Europa es el utilizado para las derivaciones rápidas y quitarse el problema. Después nos llegan llamadas de gente que está tirada en la calle y ese no era su plan.

 

– ¿Falta humanidad en la atención a los inmigrantes?

– Absolutamente. Eso es lo que defendemos, la humanidad y la dignidad de las personas migrantes. Hay que escucharlos, darles información. Quizás si las personas supieran lo complicado que es encontrar un trabajo en la península no se irían. El argumento se simplifica mucho diciendo que todos quieren ir a Europa.

 

Una vez derivadas a la península, ¿cuál es el recorrido de estas personas?

– Después de estar un tiempo en los centros, que suele ser un mes, quedan en situación de calle. En agosto se modificó la instrucción y se han reducido los plazos de acogida en los centros a un mes a no ser que sean personas vulnerables y eso es difícil detectarlo en un mes.

 

Entonces, ¿al mes salen a la calle a buscarse la vida?

– Sí. Hay quien tiene una red de apoyo y quien, no. Esta misma semana me han contactado de Madrid personas que están en la calle después de estar un mes en el centro de acogida. Además, no salen con documentación. Su situación administrativa es irregular y en casi todos los casos no hablan español.

 

Ahí es donde entran la Iglesia y las oenegés.

-Sí, estas personas acuden a Cáritas, a las entidades religiosas que trabajan con personas migrantes. Nosotros no lo hademos por suplir a la administración sino por obligación moral y por humanidad, pero esas situaciones se están dando. El problema una vez que llegan es que no hay futuro.

 

¿Falla entonces la administración a la hora de buscar fórmulas de integración para los inmigrantes que llegan?

– Exacto. En este aspecto está trabajando la Iglesia en España, con los corredores de hospitalidad que lo que hacen es detectar perfiles vulnerables, como las personas en situación de calle y derivarlos a plazas de acogida en otras Diócesis en la península para darles una respuesta. Nuestra capacidad no da para todo el volumen pero es un gesto y por ahí deberían ir las políticas públicas.

 

– Eso compete al Estado.

– La clave es que la Iglesia no está para suplir a la administración. Podemos trabajar conjuntamente pero no hacer lo que les corresponde. El Papa ya lo ha dicho, no podemos ser indiferentes al sufrimiento ajeno. Para nosotros no son números, son personas, con rostro, con una historia y hay que escucharlos.

 

– ¿Ustedes que conocen la situación de los centros de acogida de Canarias y dada la escasa información que da el Gobierno de España, los consideran óptimos?

– Si tenemos en cuenta que en el 100% de los casos son personas que llevan tiempo en el mar y aguantando un impacto sicológico elevado lo suyo sería que cuando llegan pudieran recuperarse físicamente y anímicamente. Dormir en una camilla desmontable no es una situación óptima y habría que repensar cómo se encuentran y las dotaciones de los centros de acogida, que se llaman fijos pero que no dejan de ser carpas con casetas.

 

– ¿A pie de muelle también son necesarias mejoras?

– Todos los trabajadores lo hacen lo mejor que pueden pero a nivel institucional hay muchas cosas que se pueden mejorar como la atención a pie de muelle, fijar centros más seguros, donde la persona esté en confianza para poder contar y no hacer entrevistas en el desembarco. Primero hay que dejarles llegar. El sistema está muy centrado en datos y cifras y poco en las personas.

 

Han pasado más de 20 años desde que llegó la primera patera a Canarias. ¿Se ha mejorado algo?

– Yo creo que se ha avanzado poco. Se podría haber avanzado más contando con las personas migrantes. Sin ellos no podemos hacer frente a esta realidad y desde luego, no se ha aprovechado la oportunidad. Esto no es una crisis es una oportunidad. Es una forma de enriquecernos, de intercambiar culturas, de cubrir determinados puestos de trabajo que no se cubren con población local en sectores como la agricultura, la hostelería, el cuidado de los mayores. ¿Por qué poner tantos obstáculos si realmente los necesitamos? Aunque esta es una visión utilitarista. Hay muchos que llegan con titulos universitarios. Hay que cambiar la mirada de crisis a oportunidad. Aprovechemos el potencial de las personas migrantes y démosles la acogida y dignidad que merecen.

 

Europa estudia medidas para contener en las fronteras la inmigración irregular.

– La solución no pasa por fortificar Europa. Deberían facilitarse las condiciones para que las personas no migren y para ello cuando hay que invertir en los países de origen de manera sólida y responsable, no aumentando el gasto en frontera y patrulleras. Para aquellos que quieran irse hay que garantizar vías legales y seguras para salir. Si los mecanismos que recoge la ley se pusieran en marcha y no se obstaculizara el acceso a los visados o las solicitudes de asilo en las embajadas sería más fácil. Nadie se jugaría la vida en el mar pudiendo venir en un avión. No se pueden impedir los visados. La ley lo contempla pero es imposible. Si alguien que llega a España y se le concede el estatuto de refugiado, si lo hubiera logrado en su país de origen no hubiera atravesado el desierto, pasado hambre, sed, miedo…

 

¿Es un problema de dinero o de gestión?

– Es un problema de visión. Se está tratando de atajar una realidad que en el mundo global actual es imposible de detener.

 

Silvia Fernández | Canarias 7

Puedes leer la entrevista pinchando aquí.

 

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