La sociedad literaria y el pastel de piel de patata

El título tan curioso de esta película, inspirado a su vez en el título de la novela a la que adapta en la pantalla, nos predispone a la curiosidad por entender su origen. No tenemos que esperar mucho: la primera escena de la película nos explica la génesis de la sociedad literaria y el papel que el pastel tiene en la trama. Así que, liberados de la curiosidad, podemos dedicarnos a disfrutar las dos horas que dura la historia. Porque son un disfrute, aun cuando en algún momento nos relatan hechos nada felices. En una de las pequeñas islas de Guernsey, archipiélago muy cercano a la costa francesa, aunque dependiente de la corona británica, sucede buena parte de la acción porque ahí residen un grupo de pintorescos personajes que forman una sociedad literaria para justificar su presencia en medio de la noche violando el toque de queda impuesto por los soldados alemanes que habían invadido su tierra (esas islas fueron el único espacio de las islas británicas invadido por los alemanes). Volvían de una cena de amigos, en la que dieron cuenta de un buen cerdo asado, regado con la ginebra destilada por una de las componentes del grupo. Como digo, esto es solo el pretexto del título.

Por otro lado, encontramos también a una escritora de cierto éxito que entabla contacto con la sociedad literaria y decide visitarles, dando lugar a la trama central de la historia, en la que se mezclan romance, crítica literaria, resistencia antinazi, deportaciones, duelo, intolerancia, delación… y amistad, sentimiento que une a los protagonistas y les lleva a cuidarse, guardar secretos y conservar recuerdos. No hay que insistir en que la visita de la joven escritora producirá en ella cambios importantes en su vida.

La película se desarrolla sin sobresaltos, siendo muy agradable de ver; las interpretaciones ayudan a captar la atención, y la historia en sí misma, aunque bastante previsible, atrae y entretiene.

En suma, acércate a la narración que se nos propone y disfruta de su desarrollo sin más pretensión que dejarte llevar por su sencillez y los valores que contiene. Tampoco hay que buscarle más hondura. Aunque si la encuentras, bienvenida sea.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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