«Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra» (Mateo 2, 1-12).
Los Magos se ponen en camino porque previamente Dios se ha puesto en camino hacia ellos, hacia su encuentro.
Hoy Dios se deja encontrar por los desconocidos, por los que no están inscritos en la lista de los invitados ni en los registros de los que tienen todos los derechos.
Lo encuentran con María, su madre, y se postran ante Él de rodillas.
La pequeñez del Niño no es impedimento para ver en Él a Dios.
Al contrario, esa sencillez y esa pequeñez es la transparencia del mismo Dios.
Que los Reyes Magos te encuentren hoy y siempre siendo pequeño para que te regalen montones de cosas buenas.
(FOTO: studiogstock)
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