“Mi padre está detrás de las rejas de su humilde casa.
Su mirada triste agradece una historia desarticulada”.
Un Reino de vértigos y lunas
ocupó la casa de mi padre,
y mi país de soledades
miró sus habitantes
sin huéspedes.
Sus paredes
estuvieron pintadas de cal y estrellas,
en las sombras vulneradas
de un sonoro giro,
donde el acero triste de su mirada
desgranaba el alfabeto del tiempo.
En la casa de mi padre,
el húmedo rito de mi infancia,
atrapó lagartijas y luciérnagas;
llenas de un hechizo inmortal,
donde la poesía atardecida
esperaba su beso
de niño y de soldado.
Mi padre quedó solo
en un trémulo duelo de peces y cadenas.
Las rejas refractan el homicidio de la vida
que calcula los síntomas de un tiempo
arañado por la sangre
y los vértigos oscuros
de su silla circular.
Ramón Uzcátegui, sc