Jugarse la vida en una patera para ser deportado

En lo que va de año han llegado más de 2.500 personas de forma irregular a las costas de Canarias. El año pasado lo hicieron 23.023 personas, un 756,8% más que en 2019, según datos provisionales del Ministerio de Interior. Canarias soporta la mayor presión migratoria de toda España pese a ser la ruta más peligrosa. Desde el final de la crisis de los cayucos de 2006 no se habían registrado cifras tan altas. El sistema se ha desbordado.

 

En la actualidad permanecen unos 5.000 adultos y unos 2.000 menores en el archipiélago. Una gran mayoría de los adultos se han quedado atrapados sin poder seguir con su ruta migratoria hacía la península u otros puntos de Europa. Por lo que 152 personas han contactado con la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) para inscribirse en el proyecto de retorno voluntario. Lo han hecho: 133 marroquíes, 18 senegaleses y 1 persona de Mauritania.

 

Son muy pocos los que deciden volver de forma voluntaria y no todo el que quiere puede hacerlo de forma inmediata. Es un proceso que puede durar varias semanas. Es una realidad que vivimos a diario en el CIE de Barranco Seco. Muchos vienen sin ningún documento para evitar ser deportados o los pierden durante el viaje. Los consulados con las huellas dactilares pueden emitir un nuevo pasaporte y hacer un salvoconducto, pero el control de frontera es de España y es España quien decide quién vuelve y quién no.

 

Desde el Secretariado de Migraciones de la Diócesis, desde nuestra parroquia y otras asociaciones intentamos ayudar a personas que quieren volver y no es nada fácil, aparte de lo costoso económicamente, las trabas administrativas son innumerables. Somos conscientes que esto no es prioritario para las administraciones. Pero para estas personas volver con un salvoconducto como personas «libres» y evitar la deportación supone que no sean sancionadas en sus países.

 

Por desgracia, el destino de muchas de estas personas será la deportación. Muchos están siendo deportados porque han entrado de forma irregular, especialmente marroquíes. Esto es lo que dicta la Ley de Extranjería, y cuando es imposible, en este contexto de pandemia hay que evitar que estas personas estén en una situación angustiosa. No me puedo acostumbrar a ver cada semana a los chicos que se encuentran en el CIE: ansiosos, depresivos, sin ilusión, sin sueños… Y, todo ¿para qué? Todas las semanas deportan a más de una veintena, esperan ansiosos el día en que los deportan. Siempre nos preguntan si sabemos cuando van a salir. Todo esto no deja de ser un fracaso para ellos, porque no se embarcaron para estar “encarcelados”. Y ahora nos encontramos a que Marruecos cierra sus fronteras y cancela todos sus vuelos con España, obligando a estas personas a permanecer “encarceladas” en este decrépito lugar que es el CIE.

 

El objetivo era ir a la península. Ahora quieren regresar a su país porque no tienen otra alternativa. No les damos otras soluciones. Muchos tienen familia en la península o en Europa. Su objetivo era ir con ellos. Pero para estar aquí sin trabajar, en la calle, en un campamento viendo pasar los días o en una pseudo cárcel como son los CIEs deciden volver a su país, quieren volver, porque al menos en sus países, aunque no tengan un futuro, pero no van a vivir en la calle y dejaran de ser un indocumentados.

 

José Antonio Benítez Pineda, cmf

@benicmf

(FOTO: El Digital de Canarias)

 

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