SANJUAN Mº VIANNEY. 4 de agosto
Ars-sur-Formans, un puebluco de 310 habitantes cercano a Lyon, no parecía ser el mejor lugar para dar el salto a la fama. Y, sin embargo, Juan María Vianney saltó a la fama sin moverse de Ars, donde fue párroco durante más de 40 años y a donde llegó en 1818. Cuando llegó a su flamante parroquia asistían a la misa dominical un hombre y unas pocas mujeres. Cuarenta años más tarde las cosas serán muy distintas.
Hijo de labriego, fue labriego y pastor hasta los 17 años, tiempo en que, por orden del Emperador, fue soldado y desertor, al haberse perdido de su compañía. Su párroco, viendo sus valores humanos, morales y espirituales lo orientó hacia el seminario, donde fracasó totalmente. «El seminarista menos sabio, pero el más santo», informaron al obispo, quien apoyado en lo último, lo ordenó sacerdote: «pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás». Y Dios suplió abundantísimamente.
Sus formadores aconsejaron «que sea sacerdote pero que no lo pongan a confesar porque no tiene ciencia para eso». Su fama de confesor se extendió rápidamente. Empezaba a confesar a las 12 de la noche y confesaba 16 horas diarias. Hasta 300 personas llegaban diariamente a Ars para confesarse.
Su contemporáneo Antonio Mª Claret también vivió intensamente el sacramento de la penitencia no solo en sus tiempos de misionero popular, sino a lo largo de toda su vida. Horas y horas diarias dedicadas al confesionario en medio de sus múltiples quehaceres.
¡Igualito que hoy! Para empezar, ya cuesta trabajo encontrar una iglesia abierta a lo largo del día. Más trabajo cuesta encontrar, si la iglesia está abierta, un confesor sentado en un confesionario. En algunos casos, si se llama al timbre, alguno estará dispuesto. En la mayor parte de los casos, no hay timbre.
Confesarse no está de moda, es evidente. El «coaching», o técnica semejantes, son más «in», o el acompañamiento sicológico. Cada cual medirá su eficacia. Pero, eso sí, hay que pagar y son caros. ¿Y si se empezara a cobrar por confesar?
Y tú, ¿eres más de “ciencia” o de “santidad”? ¿Y de confesar o de «in»?
Carlos Díaz Muñiz, cmf