Esta semana nos encontramos con figuras tan influyentes como Santo Tomás de Aquino (día 28) (†1274), patrono de Filósofos y Teólogos. Escribió mucho, pero habló poco: Prefería pensar más que hablar: «La caridad, por la que amamos a Dios y al prójimo, es la misma virtud, porque la razón de amar al prójimo es precisamente Dios; y amamos a Dios cuando amamos al prójimo con caridad». Tomás no hubiera llegado tan alto sin la influencia eficacísima de Alberto Magno, que captó su privilegiada inteligencia y le mantuvo en París como alumno y colaborador. Él se dedicó a enseñar, sobre todo, Sagrada Escritura, comentando alternativamente el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sólo a petición de los Pontífices, se decidió con éxito a construir un sistema filosófico-teológico de enorme influencia no solo en su Orden de Predicadores, sino en toda la Iglesia Católica.
Pero nos fijamos esta semana sobre todo en San JUAN BOSCO (†1888) (día 31 de Enero), una figura sin duda atrayente o influyente, sobre todo, para Jóvenes. De él son estas líneas: “Miremos como a hijos a aquellos sobre los cuales debemos ejercer alguna autoridad… Son hijos nuestros, y, por eso, cuando corrijamos sus errores, hemos de deponer toda ira o, por lo menos, dominarla de tal manera como si la hubiéramos extinguido totalmente. Mantengamos sereno nuestro espíritu, evitemos el desprecio en la mirada, las palabras hirientes; tengamos comprensión en el presente y esperanza en el futuro, como conviene a unos padres de verdad, que se preocupan sinceramente de la corrección y enmienda de sus hijos”.
Los Salesianos, familia que él fundó, continúan su tarea pedagógica, imitando a María Auxiliadora, siempre comprensiva con los díscolos y traviesos. Juan Bosco, profundamente influenciado por Francisco de Sales en cuanto a la mansedumbre (lo mismo que en Claret), creía en la fuerza del amor y la dulzura para educar a los jóvenes, prefiriendo un sistema preventivo al punitivo. Salesianos y Salesianas difundieron su carisma.
Y tú, ¿educas, corriges, acompañas…. desde la fuerza del amor? ¿O te guían otras intenciones?
Antonio Bolívar, cmf