José. Cuando sólo mueve el amor

Con esta entrada termina su colaboración Antonio Bolívar, cmf, quien ha alimentado esta sección de forma exquisita durante muchos meses. Desde aquí le agradecemos su servicio y su inestimable ayuda para encender, en los que hemos seguido estos artículos, el deseo de acercarnos a tantos «influencers» como Dios ha puesto en la vida de la Iglesia.

A San José (19 de Marzo) podríamos llamarle «padre en amor”: sólo el amor le mueve a aceptarlo como suyo, siendo verdadero Hijo de María, gracias al Padre-Dios, que comparte en el tiempo dicha paternidad, gracias al Hijo, que acepta, sumiso, el obedecer; gracias también al Espíritu Santo, que fecunda a María, previo su consentimiento.

Este Santo es, sin duda, una de las personas más influyentes (Influencer) de la historia, entre otras cosas como Patrón de la Iglesia Universal y de la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María. También es el patrón de todos los misioenos hermanos (por la faceta de trabajador, carpintero, albañil, constructor…).

¿Cuándo moriría el santo Patriarca? ¿En la adolescencia de Jesús? No se sabe a ciencia cierta. Lo que sí es evidente, según el Evangelio de (Lc 2,51), es que, cumplidos los 12 años, subieron al Templo y allá se les perdió. Entonces le dijo su madre:-«Hijo, ¿por qué nos tratas así? Mira, tu padre y yo te buscábamos angustiados» «¿Por qué? -contestó Jesús- ¿No sabíais que yo debía ocuparme de las cosas, de la Casa, de mi Padre?»

Todos sabemos de qué Padre habla; por eso, Lucas concluye: «El bajó con ellos y fue a Nazaret y les estaba sujeto». La obediencia es fundamental en la vida familiar y en cualquier comunidad religiosa. Jesús se hizo mayor y seguía obedeciendo al Padre. Sólo así entramos en su hogar.

Puede, por tanto, que, al cumplir la mayoría de edad, una vez aprendido perfectamente el oficio, Jesucristo no precisara ya la presencia paterna para tomar decisiones… que bien las tomó. 

¿Cómo podrá entonces influir José sobre todos nosotros?

Sencillamente con su silencio y aceptación de los designios de Dios, ejercitando la pobreza radical o el desprendimiento de la vida corporal con la renuncia voluntaria al ejercicio y al placer sexual, o a imponer su voluntad, rindiéndose de buen grado a la de la Santísima Trinidad. 

Por último, recordamos que San José es también el «abogado de la buena muerte», de ahí la invocación «Jesús, José y María, asistidme en la última agonía».

Gracias a todos por seguir esta sección y, sobre todo, por ser seguidores de los santos.

Antonio Bolivar, cmf. Misionero servidor de la Palabra.

 

 

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