En 2019 la realizadora Mounia Meddour ofreció en Papicha un retrato de la juventud argelina anhelante de libertad y sueños. Ahora retrata en Houria un panorama similar. Si entonces el diseño de moda era el medio de realización de su protagonista, ahora es la danza el medio del que se sirve la joven para expresar sus emociones y sentimientos. Para ganar algo de dinero y comprarle a su madre un coche participa en apuestas ilegales. Una noche sufre un percance y su vida sufre un cambio radical que le hace replantearse su sentido.

A partir de esa noche aciaga, Houria tiene que rehacerse y comenzar a vivir de nuevo superando el daño físico sufrido y, sobre todo, el daño moral, el miedo de verse de nuevo amenazada. La sociedad argelina está intentando salir de la guerra civil que asoló el país y muchos de los antiguos combatientes islamistas se van integrando en la sociedad en una política de borrón y cuenta nueva, aun a costa de quienes han sufrido en sus vidas consecuencias graves. Houria es indirectamente una víctima de esa política del olvido que permite que antiguos terroristas sigan viviendo en medio de la gente como si nada hubieran hecho.

En su intento de recuperarse, Houria acude a un centro de rehabilitación donde hay otras mujeres aquejadas de diversas situaciones: repudiadas por su infertilidad, traumatizadas por secuestros, abatidas por la muerte de un hijo en un atentado terrorista, van dando pasos para salir de sus tristes situaciones. Houria, recelosa en un principio o abatida por su estado, termina por integrarse en el grupo y componer con sus compañeras un colectivo de esperanza y ansia de liberación. La danza se convierte para todas en un medio de expresar sus deseos de superación.

Junto a la historia particular de Houria, la realizadora inserta la experiencia de Sonia, su mejor amiga, que harta de una sociedad pacata y coartadora de sueños e ilusiones, decide dar el salto a Europa para encontrar condiciones de vida mejores. Ésta y otras líneas argumentales hacen de Houria un ejercicio tal vez demasiado abarcante, a costa de apretar poco. Mounia Meddour ofrece un panorama que se quiere completo, con lo que se difumina el alcance de la propuesta y la intensidad de su mensaje.

La interpretación de la joven Lyna Khoudri, no obstante, logra acompañar al espectador en la ejemplar odisea de Houria y sus compañeras.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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