Era inevitable que el cine terminara acercándose a la pandemia que nos acompaña desde hace casi dos años. En pleno confinamiento algunos realizadores ofrecieron historias enmarcadas en tan peculiar situación. Eran intentos de retratar una realidad inédita que condicionaba la vida de millones de personas. Pero se fijaban en la experiencia de quienes se vieron obligados a recluirse. Help, la producción británica que comento, se aproxima a estos hechos desde otra perspectiva: fija su atención en las residencias de mayores, donde el virus atacó de manera particular provocando la muerte de miles de personas. Un título final nos informa que el 40% de los fallecidos por coronavirus en Reino Unido entre marzo y junio de 2020 (en la primera ola) vivían en residencias de mayores.

En algunos momentos Help adopta hechuras de documental (en realidad nada de lo que se cuenta es ficción, si acaso la situación familiar de la trabajadora protagonista que, por otro lado, no es nada irreal): así observamos las tensiones vividas en las primeras semanas por los trabajadores, las muertes sucesivas de los residentes, la impotencia de no poder hacer frente al virus por no disponer de medios (equipos de protección, mascarillas, respiradores) ni poder contar con la ayuda de los centros de salud saturados e incapaces de atender a todos los que precisan atención. Lo que vemos en esta película suena a conocido, ya escuchado en los informativos, pero en este caso ponemos rostro a quienes sufren las consecuencias de la pandemia.

Hay una característica que da a Help un empaque de calidad y la aleja de un simple telefilm (que lo es) bienintencionado. Me refiero a la interpretación de los dos protagonistas principales. Jodie Comer (actriz de actualidad por la serie Killing Eve, o El último duelo, reciente éxito de Ridley Scott, comentada hace unas semanas en este blog) interpreta a Sarah, una joven entusiasta que, aunque no tiene experiencia ni capacitación académica, comienza a trabajar en una residencia, dando muestras de empatía y preocupación por los residentes, particularmente por Tony (a quien da vida Stephen Graham), un enfermo de Alzheimer precoz a quien Sarah se propone ayudar. Que dos intérpretes del nivel de los citados participen en esta producción ofrece un plus de interés.

Cuando estalla la pandemia Sarah tiene que afrontar situaciones que no sospechaba y para las que no se sentía preparada, pero su bondad y empeño suple las urgencias que se le presentan. Nos retrata la película la amargura de una noche de guardia teniendo que afrontar la angustia de un enfermo. Jodie Comer transmite el desasosiego que produce no poder hacer apenas nada, viendo cómo quien está a tu cargo va languideciendo incapaz de respirar.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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