Fratelli tutti es la tercera encíclica del papa Francisco. Las encíclicas son los documentos más importantes que escribe un papa. En un contexto de pandemia global que ha hecho emerger más si cabe, la fragilidad humana, el grito de la tierra y de los pobres, el papa Francisco está aportando luz y esperanza en este cambio de época. Y lo hace a través de este hermoso documento.
No deja de ser un aliento y una respuesta para quienes queremos construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones.
Ante la indiferencia global y la tentación de desentendernos de los demás, el Papa recuerda que todos estamos en la misma barca. Dice que la única opción ante el dolor del mundo y las heridas de las personas es seguir el modelo del Buen Samaritano, que ayuda a un hombre herido sin importarle quién es, qué opina o de dónde viene. Francisco nos invita en la nueva encíclica a «volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos». En definitiva, a reconocer la dignidad innata de cada persona, que en todo caso merece ser reconocida, valorada y amada; independientemente de sus ideas, sentimientos, prácticas o pecados. Nos pone en alerta sobre las “visiones antropológicas reductivas” y de un “modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre”. Expone claramente que la ambición desenfrenada de dinero que gobierna es “el estiércol del diablo”, donde el servicio para el bien común queda relegado a un plano antes desconocido.
Nos recuerda el drama de los migrantes. Le preocupan los brotes de xenofobia y racismo. Pide ayudar en los países de origen para que no se vean obligados a emigrar. Pero también, pide que la sociedad e incluso los cristianos reconozcamos que estamos tratando a los migrantes como si fueran “menos humanos”. “El Señor nos pedirá cuentas de todos los migrantes caídos en los viajes de la esperanza. Han sido víctimas de la cultura del descarte”.
El Papa recuerda que la guerra siempre deja al mundo peor de como lo había encontrado. Propone ver los efectos en las víctimas, para convencerse y pide detener la proliferación de armas nucleares y dedicar ese dinero a un fondo mundial contra el hambre. “En el mundo de hoy, en el que millones de niños y familias viven en condiciones infrahumanas, el dinero que se gasta y las fortunas que se ganan en la fabricación, modernización, mantenimiento y venta de armas, cada vez más destructivas, son un atentado continuo que clama al cielo”.
En Fratelli tutti hay muchos otros temas. El Papa pide que el debate público escuche también la perspectiva religiosa, pues “no puede admitirse que sólo tengan voz los poderosos y los científicos”; reivindica el valor de la amabilidad; y alerta de quienes siembran división, odio y desconfianza en Internet. En definitiva, “reconocer el bien y la belleza que Dios sembró en cada persona”.
Para escribirla, se ha inspirado en figuras como San Francisco y Charles de Foucauld; pero también en no católicos como Martin Luther King, Desmond Tutu o Mahatma Gandhi y Ahmad Al-Tayyeb, líder del Islam sunita.
José Antonio Benítez Pineda, cmf