Francisco de Asís: pobreza que enriquece

SAN FRANCISCO DE ASÍS. 4 de octubre

Hay santos que han cambiado la vida de la Iglesia y de la sociedad misma. Una auténtica contradicción: sencillos y pequeños en sí mismos, su espíritu ha sido tan potente como para eso: cambiar a la Iglesia y a la sociedad.

Físicamente, Francisco de Asís era pequeño y flaco. No tenía nada, porque había renunciado a todo. Porque había renunciado a todo. Y, sobre todo, a lo que puede conseguirlo todo: el dinero. Francisco fue pobre, pobrísimo. Sacudió a la Iglesia y a la sociedad con la pobreza. Una sacudida semejante al más potente terremoto que afectó desde el Papa al más pobre de los seres humanos.

Y dejó para la posteridad y la historia el problema permanente de la pobreza: qué hacer, cómo hacer, con quien hacer, para qué hacer, todo ello respecto a la pobreza. Desde San Francisco y, más recientemente, desde el Concilio Vaticano II, se ha hablado y se ha escrito incansablemente sobre la pobreza. Y se ha trabajado, también, hay que reconocerlo. Si ello ha afectado a toda la Iglesia, su sacudida ha sido más potente en el ámbito de la Vida Consagrada, marcada por el voto de pobreza.

La Iglesia de los pobres”, el servicio y la atención apostólicas a todos, “especialmente a los más pobres”. Esto lo proclaman instituciones, grupos y personas que distan, a veces mucho, de ser pobres. O que, ni lo son ni pretenden serlo, para poder ayudar mejor, dicen, a los más pobres. Lo curioso y lo que debe hacernos reflexionar, una vez más, es que San Francisco y sus hermanos, siendo pobrísimos, los más pobres, acertaron a ayudar a los que eran menos pobres que ellos y a los que no lo eran en absoluto. Y marcaron las líneas madre para encarar creativamente la permanente turbación de la pobreza.

Vivimos bien en este nuestro primer mundo y en esta sociedad de consumo. Sociedad del bienestar, cómodos, seguros, instalados. ¿Qué pensará el que, siendo Dios, no retuvo la divinidad como propiedad suya, sino que se hizo pobre, de los más pobres?. Pobre radical. Más, incluso, que San Francisco.

Y tú, ¿cómo vives la pobreza?

Carlos Díaz Muñiz, cmf

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