En este parque
alguien se detuvo ayer;
miró las ardillas
trepar la geometría de los árboles
y a los insectos coleópteros
romper el rayo
de este presagio voluble y leve.
En este parque giró mi corazón polvoriento
una ciudad entera
deshilada al borde de un viento
apenas sensitivo.
(Láminas heladas resbalan como espejo
en mi quimera inerte,
y aún sigo viviendo en esta fotografía gris
que Dios ha plantado
en el jardín de su aliento)
Las ardillas trepan,
gimen y se devuelven
entre los días de un llanto solitario.
La ciudad se desnuda
y pierde su encanto
en el telón
de una escena frágil y muda.
¿Quién puede regresarme
a mi fronda apacible,
y a mi silencio temprano
que duerme en el rito
de una noche antigua?
No me pregunten por mi tristeza.
la tarde gira en su espeso tiempo
y los columpios juegan a solas
meciendo mi melancolía.
Ramón Uzcátegui Méndez, sc
(Del Libro Cuaderno de la Ciudad. Año 1999)