Los libros de historia están llenos de acontecimientos y de nombres de quienes los protagonizaron. Estos nombres son recordados para bien o para mal según sea el legado que han dejado tras de sí. Pero raramente la historia se detiene en considerar los hechos desde la perspectiva de quienes también contribuyeron a los logros conseguidos desde el anonimato, o al menos desde una segunda fila no siempre resaltada. De esto nos habla Figuras ocultas. La carrera espacial iniciada por Estados Unidos y la antigua URSS en los años sesenta está jalonada de nombres ilustres que ascendieron a los cielos, orbitaron alrededor de nuestro planeta, e incluso pusieron sus pies en la Luna. Pero está claro que eso fue posible porque otras personas, las “figuras ocultas” del título de la película, contribuyeron a la hazaña.

Reconozco que ignoraba el papel que un grupo de mujeres de raza negra desempeñaron en la NASA en esos años, cuando en Estados Unidos estaba en auge el movimiento de derechos civiles y con frecuencia las calles de muchas ciudades hervían de protestas por parte de quienes reclamaban un trato igualitario. En este contexto incendiario, Figuras ocultas resalta la lucha por la igualdad en el contexto del programa espacial americano, desde una perspectiva, me parece, poco intensa. Diría que los conflictos y discriminaciones sufridas por las mujeres protagonistas (expertas en cálculos matemáticos, capaces de determinar la órbita necesaria para recuperar una cápsula espacial con astronauta incluido, o para poner en marcha un complejo ordenador) debieron ser más crueles en la vida real de lo que se describe en la película. Ciertamente se retratan las dificultades que pasan, los desplantes que sufren, la ignorancia de que son objeto, pero da la impresión de tratarse de hechos no suficientemente subrayados, y superados de manera quizá más fácil que en la realidad y de un modo algo artificial.

La película es entretenida, el hilo de la narración va acompañado de un trabajo de montaje que evita la reiteración; no ponemos objeciones a las interpretaciones, más bien todo lo contrario. El trío protagonista cumple más que sobradamente su papel. Y los secundarios (con Kevin Costner o Kirsten Dunst a la cabeza) son conscientes de su papel en la función. Pero creo que el guion se acerca peligrosamente a una visión de la historia pasada por el tamiz de Walt Disney.

Antonio Venceslá, cmf

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