Está la noche en calma y en la frontera
de los besos la luz reclama al llanto
desnudar al amor, ponerlo al tanto
del fuego inevitable, de la hoguera.
Amanece y es la luz una quimera
de blanda pesadumbre, un leve manto
que cubre de azahares el encanto
de un amor desbordado en primavera.
Van pasando los años. Permanece
intacta la palabra y la tarea.
El amor como un árbol crece y crece.
Es tiempo de la siega. Que Dios vea
que el fruto de la sangre desvanece
en la playa el vaivén de la marea.
Las Palmas, 2021
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Ma Ti)
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