La última entrada que hicimos en esta sección tenía como excusa un evento deportivo futbolístico. Hoy utilizamos otra del tenis. Pero no vayan a creer los que nos leen que somos apasionados de este o aquel deporte. Más bien, son excusas perfectas -como nos planteamos aquí- para contemplar las noticias «con otra mirada».
Ayer, muchos de los medios de comunicación se desayunaban con la «gesta épica» del tenista Rafa Nadal, que había vencido en un partido maratoniano a su rival, haciendo gala una vez más de su tenacidad, fortaleza y mentalidad luchadora.
No vamos a restar ni un ápice a la valía de este «fenomenal» deportista. Pero no podemos ocultar que, al oír hablar una y otra vez de «épica» referido a dicho partido… se nos han venido a la cabeza muchas otras «épicas» cotidianas que pasan normalmente inadvertidas.
¿Por qué no son portada de los periódicos la «épica» de tantas familias -particularmente de muchas madres- que hacen verdaderos milagros para conseguir que los suyos lleguen a final de mes teniendo algo que llevarse a la boca?
¿Por qué no se cuenta como heroicidad la de cada una de las personas migrantes y refugiadas que recorren miles de kilómetros en las peores circunstancias -y con muchos tristes finales al llegar a las vallas de Ceuta y Melilla o a nuestras costas- con la esperanza de encontrar un futuro mejor para los suyos?
¿Por qué no se dedican primeras portadas a tantos ancianos y ancianas que, tras una vida de entrega, esfuerzo, sufrimiento… resulta que pasan los últimos días solos, olvidados y/o con penurias y apreturas económicas?
¿Por qué no se le concede medallas al valor a tantos que pasan horas y horas junto a sus enfermos en los camas de tantos hospitales o a tantos misioneros que se desviven por los más frágiles y olvidados de nuestro mundo?
Sí. Ganar un partido tras cinco horas puede considerarse algo sobresaliente.
Pero gestas épicas…son las de tantos otros de los que no se contará su historia (y no levantarán trofeos ni se embolsarán suculentos premios en metálico).
Equipo Redacción
