Entre los días 28 de febrero y 2 de marzo, la ciudad de Málaga acogía el Encuentro de Estudiantes Claretianos de Europa, que reunió a 16 formandos provenientes de cinco provincias claretianas europeas. Participaron seis estudiantes de la Provincia de Fátima, uno de Alemania, uno de Polonia, uno de Sanctus Paulus y siete de Santiago. Junto a ellos, estuvieron presentes el P. Félix J. Martínez CMF y el P. Maxim Muñoz CMF, prefectos de formación de Fátima y Sanctus Paulus, respectivamente; además del padre Álvaro Rodríguez CMF, miembro del equipo formativo de Fátima.
Bajo el lema “Misioneros en comunidades interculturales e intergeneracionales”, los participantes pudieron profundizar en una realidad que está cada vez más presente en las comunidades claretiana. La interculturalidad y la fidelidad evangélica fueron los temas principales de este encuentro, que contó con la guía y animación del P. Antonio Sánchez Orantos CMF, que compartió con los formandos lo que supone el desafío del diálogo intercultural, y que este reto no solo afecta a la Iglesia, sino que es una demanda urgente para la toda la humanidad. La verdadera vida evangélica, explicó, exige un verdadero compromiso en la construcción de comunidades donde la diversidad sea enriquecedora y no un obstáculo.
El encuentro fue también un espacio de fraternidad y convivencia, donde los participantes pudieron conocerse más y compartir sus experiencias. Además, conocieron la misión claretiana en Málaga, visitando la parroquia de Ntra. Sra. Del Carmen en el barrio del Perchel y participando en la Eucaristía.
Entre las conclusiones del encuentro, se destacó que la interculturalidad no implica la renuncia a la propia identidad, sino ponerla al servicio del proyecto de Dios. La misión no debe ser motivo de autoafirmación personal, sino un horizonte que impulse la entrega comunitaria y el servicio a los más pobres. Solo así se avanza en la misión evangelizadora, acogiendo con generosidad y entrega la diversidad cultural como un don para la comunión. La llamada misionera debe grabarse en el corazón, recordando que estamos aquí para servir y para que Dios sea conocido, amado, servido y alabado, como decía San Antonio María Claret. Pidiendo siempre al Corazón de María que ayude a generar vida en las comunidades y en la acción misionera.
Con este compromiso, los estudiantes claretianos regresaron a sus respectivas provincias con el deseo de seguir creciendo en su vocación y de fortalecer la interculturalidad en sus comunidades, convencidos de que la misión claretiana solo puede vivirse plenamente desde el encuentro con el otro y el servicio a los más necesitados.