Poco antes de comenzar el diluvio Noé está metiendo los animales en el Arca.
En eso llega uno que quiere pasar pero Noé le para y le dice:
– ¡¡Eh!! Que tú ya has pasado
– ¿Yo? No. Yo aún no he pasado. Yo soy un perro-lobo.
Noé mira en la lista y dice:
– No, no. Mira. Aquí sale: ya ha entrado el perro y ya ha entrado el lobo
– Pero es que yo soy un perro-lobo
– Pero…¿eso cómo puede ser?
– Pues nada… Mii padre, que era perro, se perdió en una cacería en el bosque. Allí se encontró con mi madre, que era una loba, y de ahí salí yo.
– Aaah! Bueno, pues pasa.
En esto que llega otro animal, con una trompa enorme, grandote…
Noé también le para.
– ¡Eeh! ¡Alto ahí! Que de los tuyos ya han entrado. Tú eres un elefante.
– Que no, que no – responde la criatura-. Que yo soy… un «oso hormiguero».
A lo que Noe responde:
– ¡Ah, no! ¡Esa sí que no me la cuelas!