Designado como uno de los problemas del siglo XXI, el Síndrome del Inmigrante o Síndrome de Ulises, refleja niveles de estrés tan altos y complejos que llegan a superar la capacidad́ de adaptación de los seres humanos. Hace referencia al héroe griego de la Odisea que padeció́ adversidades y peligros, apartado de sus seres queridos, en el viaje a su país.
Se caracteriza por ser múltiple ya que afecta a muchas áreas de la vida; crónico porque se puede prolongar durante años; intenso y relevante por su fuerza; y desorganizador por la pérdida de control en situaciones permanentes. Estas características del estrés migratorio se agudizan generalmente por la carencia de una red de apoyo social. Los estudiosos señalan que el proceso migratorio se puede considerar un estrés crónico en sí mismo. Implica una sobrecarga permanente y de larga duración que puede desencadenar una reacción emocional intensa. Necesita de esfuerzo y voluntad para adaptarse a la persistencia en el tiempo.
Durante esta semana hemos asistidos a uno de los casos más duros en esta terrible crisis que estamos viviendo desde agosto en nuestras islas, la historia de Hamza, este joven de 17 años, que pasó 9 días en el muelle de la vergüenza sin que nadie supiera que estaba allí. Las secuelas, tanto físicas como psicológicas, después de lo vivido pueden ser crónicas. Pero, por desgracia, su proceso migratorio no acaba más que empezar.
Muchos de los impedimentos unidos al proceso migratorio no se facilitarían o, si se dieran, existiría de forma más leve, si la población inmigrante tuviera mayores porcentajes de integración. La integración es el resultado de diversas variables por parte de la población inmigrante y la población de acogida. Por parte de los que acogemos es irremediable que haya una mayor conciencia social y, es urgente un proyecto de sensibilización a la población para que tenga una actitud más tolerante y comprensiva hacia el colectivo inmigrante. La desinformación, las falsedades y las quimeras potenciadas por políticos y medios de comunicación crean concepciones erróneas que dan lugar a actitudes xenófobas y a la alimentación de prejuicios hacia esta población. Es urgente pugnar por permutar la imagen de condena que se tiene sobre estas personas y favorecer el conocimiento de los beneficios que aportan los inmigrantes al país que llegan. Vivimos en una sociedad multicultural y sería óptimo conseguir una buena convivencia entre los miembros de las distintas culturas basada en el respeto y promover así la diversidad cultural como algo positivo y enriquecedor.
Debemos aspirar, en estos tiempos difíciles para la inmigración, a que las dificultades que pueden causar el hecho de ser inmigrante sean lo más insignificantes posibles. Es primordial estar siempre informado para poder asesorar adecuadamente al inmigrante sobre sus derechos, las políticas sociales, y ayudas existentes, así como las asociaciones, grupos de ayuda o colectivos a los que puede acudir para que pueda desarrollarse e integrase contando con un mayor apoyo y facilidades. También es básico valerse de la empatía, pues para una mediación de calidad es de capital importancia conocer la situación por la que está pasando la persona y tenga siempre alternativas que puedan ayudar al desarrollo integral del migrante.
Sabemos que el caso Hamza no es el único, por él y por todos los demás no podemos seguir tolerando que esto siga pasando. #SoluciónYa
@benicmf
José Antonio Benítez Pineda, cmf