En las paredes laterales de tu llanto
he colgado mis lágrimas.
La galería,
de color uniforme,
descompone los cálculos del tiempo,
y mis ojos, inmóviles, prolongan la distancia
como el tedio amarillo de las horas.
El pañuelo de ayer se ha desteñido
y el agua de tu fuente es un deseo
para sembrar de frágiles aromas
el brocal apacible de mis besos.
Blas Márquez, cmf