El olvido que seremos

Es hermoso y sugerente el título de esta película, El olvido que seremos. Son palabras que pertenecen, parece, a un soneto del escritor argentino Jorge Luis Borges. Es también el título de la obra que el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribió en homenaje a su padre, el Dr. Héctor Abad Gómez, asesinado por los paramilitares en Medellín en agosto de 1987.

El realizador español Fernando Trueba ha puesto en imágenes el guion que su hermano David ha escrito sobre el Dr. Abad Gómez y su familia. Si es cierto que la figura del padre de familia se erige en protagonista y aglutinador de la vida familiar, su esposa, hijas e hijo ocupan también un lugar especial porque así sucedía en el imaginario personal del médico colombiano. La primera parte de la película, la más larga (casi ochenta minutos) es un retrato nostálgico, filmado en un luminoso color, de la vida familiar de un grupo humano que parecía vivir en una Arcadia feliz, no por ello ajena a la realidad que la rodeaba, puesto que el padre bien se encargaba de recordárselo, con sus actitudes de bondad y mirada comprensiva a las desgracias de sus conciudadanos más necesitados. El Dr. Héctor Abad era una permanente lección para todos, especialmente para su hijo Héctor que ocupa también un lugar destacado en la narración, puesto que todo está visto y recordado desde su mirada y su memoria. Así asistimos admirados al cotidiano hacer de ese hombre de moral inquebrantable, generoso, educador a tiempo completo, buen esposo y padre. La vida familiar de los Abad Faciolince parece un compendio de satisfacciones y felicidades, recordada por el hijo con el filtro de un tiempo ya lejano. Transpira en esas imágenes algo de la nostalgia de la infancia filmada por Alfonso Cuarón en Roma. También aquí hay risas y llantos, cuentos para dormir, historias edificantes, lecciones de vida, y el dolor que provoca la ausencia de quien se marcha para siempre.

Ya muy avanzado el metraje, el color se torna blanco y negro para retratar el presente, angustiado y preso de tensiones y violencias. El Dr. Héctor Abad Gómez es jubilado de su puesto en la universidad, cuando aún tiene mucho que hacer y decir. Su esposa e hijos le acompañan y le escuchan una vez más hablar de igualdad y obligación de satisfacer tantas necesidades. El ideario del Dr. Héctor Abad Gómez abogaba por medidas públicas que garantizaran a todos los ciudadanos las cinco “aes”: aire, agua, abrigo, alimento y afecto. Su compromiso personal le impide aislarse en una vida cómoda. Más aún, decide participar en la vida pública, proponiéndose como candidato a la alcaldía de Medellín. Otros decidieron poner fin a su vida.

Fernando Trueba ha realizado una película en la que huye de alardes formales, recreando desde la sencillez el itinerario vital de un hombre ejemplar. Mucho de ello se debe a la esforzada interpretación de Javier Cámara. Tal vez podría achacársele a la película un alargamiento de las escenas finales que redundan de modo explícito en el sentido homenaje que en sí misma es la película, y que una música, bella, pero algo redundante del compositor polaco Zbigniew Preisner, se encarga de corroborar. No obstante, estos matices no enturbian una propuesta tan honesta y rigurosa como El olvido que seremos.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

Start typing and press Enter to search