El mar es un pirata
que baila
entre el lenguaje
de la arena
como un ciclope
triste
despidiendo
a Galatea.
Atrás quedan sus olas
que suben melancólicas
por la piel del bañista,
y van y vuelven
como dioses salados
en un cuerpo desértico
por la red del mito.
Mi alma es una bañera
de ojeras acuáticas
que saltan de mi piel
a la cabeza
reclamando la simetría del dolor
y la costumbre de la vida.
La playa se ha quedado desierta
y hay una herida
en un tríptico-mundo
de esferas silenciosas.
(Del Libro Mar y Sombra. Año 1998)
Ramón Uzcátegui Méndez, sc