El informe Auschwitz

“Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. La conocida frase de George Santayana inicia El informe Auschwitz, la epopeya de Alfred Wetzler y Rudolph Vrba, dos prisioneros eslovacos que huyeron del campo de exterminio para hacer públicas las atrocidades que se cometían allí. Los títulos de crédito finales van acompañados de declaraciones actuales de líderes actuales como Le Pen, Trump, Bolsonaro y Wilders que muestran cómo la ideología que sustentó la maquinaria nazi no está en absoluto ausente en el siglo XXI.

Entre el enunciado inicial y las declaraciones finales se nos ofrece el esfuerzo de ambos prisioneros por lograr su objetivo. Pero la atención no se fija solo en ellos, al menos durante la primera parte de la película, sino en los demás prisioneros que quedaron en el campo y sufrieron las represalias de sus guardias. Han sido muchas las películas que han descrito el horror del holocausto, y seguramente seguirán produciéndose muchas más. En su día pareció que Steven Spielberg había patentado en La lista de Schindler la forma canónica de acercarse a ese triste episodio. Pero posteriormente hemos asistido a fórmulas diferentes, más novedosas, e impactantes. En Sin destino o El hijo de Saúl (por citar dos, producidas en la Europa del Este) el espectador es forzado a acercarse al drama y participar en el mismo debido a la cercanía de la cámara que se constituye en compañera de las desgracias de sus protagonistas. Primeros planos muestran el dolor y la crispación, angulaciones originales evidencian la anormalidad de las situaciones y crean una sensación de inestabilidad que es reflejo formal de la angustia vivida por los encarcelados. En El informe Auschwitz el tono anaranjado, envuelto en bruma (que podría ser fruto de la temperatura, o del humo expelido por los hornos crematorios) dota a los protagonistas de un aura espectral. Por el contrario, cuando logran abandonar el campo la fotografía se vuelve más luminosa, brillante con el azul del cielo y el blanco de la nieve.

Pero no es esta película una producción dada a exquisiteces formales. El mensaje que transmite es lo bastante crudo para sobreponerse a otras consideraciones. Porque nos retrata, no solo un mundo pasado, sino una realidad presente que continúa rechazando al refugiado y volviendo la cara ante su situación; eso sucedió también al conocerse la situación en los campos, meses antes de la ocupación de los mismos: era todo demasiado horrendo para ser real.

El informe Auschwitz es un recordatorio más del riesgo que supone olvidar los atropellos del pasado so pena de repetirlos en el presente.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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