El fotógrafo de Mauthausen

Una vez más, el cine acerca a nuestros ojos un episodio ocurrido durante la segunda guerra mundial, en el marco de los campos de exterminio diseñados por los nazis para eliminar a los judíos y otros rivales políticos. El protagonista de la historia que nos cuenta El fotógrafo de Mauthausen es un español, Francesc Boix, que, junto a unos 7.000 españoles, exiliados de nuestro país, después de la guerra civil, fueron apresados por los alemanes e internados en el campo de Mauthausen. En este caso, la cercanía que puede provocar la nacionalidad de los internados otorga a la película un factor añadido. Ciertamente, la realizadora Mar Targarona se enfrenta a rivales de mucho peso que han retratado también los horrores del holocausto: recordamos títulos señeros como La lista de Schindler, El pianista o El hijo de Saúl. Podríamos ampliar la lista hasta poco menos que el infinito, porque el holocausto ha sido y es un tema recurrente, cinematográficamente atrayente e históricamente relevante. Fue demasiado trágico para relegarlo al olvido. Por ello, periódicamente el cine nos acerca a alguna historia situada en este contexto. Está bien que sea así. Es necesario y pedagógico.

El protagonista, junto a algunos compañeros, se arriesga a preservar los negativos de muchas fotografías que atestiguan los horrores perpetrados por los guardianes del campo, como prueba de culpabilidad en el caso de un juicio que haga necesario disponer de pruebas para castigar a los culpables. Así sucedió. Las crónicas cuentan que Francesc Boix fue testigo en los juicios de Nuremberg.

La historia en sí es desarrollada con cierta simpleza. Es evidente que la realizadora no ha dispuesto del presupuesto de otras producciones. Cuando la película concluye, durante los títulos de crédito finales se nos muestran algunas de las fotografías reales que fueron tomadas en el campo y que, en algunos casos, han sido recreadas durante la película. Ello nos muestra el esfuerzo del departamento de dirección artística en su intento de dotar de verosimilitud la película. Pero la visión de las fotografías reales conmueve más que la recreación realizada, que se revela demasiado blanda. Desconozco si todas las situaciones descritas en la película responden a lo que sucedió realmente, pero alguna me parece cercana al tópico (el espectáculo ofrecido por los internos españoles a sus guardias y demás compañeros).

En todo caso, hemos de destacar la validez de la propuesta que nos ofrece El fotógrafo de Mauthausen, en recuerdo de varios miles de compatriotas que escaparon de una guerra para terminar (y morir en muchos casos) en otra, rescatando del olvido su odisea.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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