El comentario del Domingo: XXII del Tiempo Ordinario

11 de noviembre de 2018. Mc 12, 38-44

Todos tenemos algo de hipócritas. Todos.
 Todos, en determinadas circunstancias, decimos y no hacemos. O hacemos lo que no decimos. Es parte de nuestra limitación humana. Pero no por aceptar dicha situación desaparece la necesidad y la obligación en conciencia de trabajar para que cada vez seamos más fieles, más coherentes, más seguidores de Jesús.

Él cuenta con nuestra miseria. Pero también sabe de nuestras riquezas y fortalezas, pues Dios a su imagen y semejanza nos hizo. Por eso el Evangelio de este domingo  es una llamada a sacar esa parte “divina” que tú y yo tenemos: la que nos hace ser radicales en la entrega; la que no nos deja tranquilos cuando traicionamos nuestros principios vitales; la que nos empuja a ser cada vez más reflejo del Reino de Dios.

No es fácil “echar todo lo que tenemos” en la cesta de la vida. Sobre todo cuando es “para otros” o para Alguien a quien no siempre experimentamos tan cerca como nos gustaría. Pero esa es la decisión que hemos de tomar: ¿Arriesgamos y damos todo lo que somos, incluso aquello que más nos cuesta o de lo que sólo tenemos en cantidades pequeñas –y no hablamos ya de cosas materiales, sino de virtudes, cualidades…- o no somos más que personas que vivimos nuestra fe “a nuestra medida”, según lo que a mí me parece cómodo, según lo que no me cuesta demasiado…

Ahora está en ti elegir que “echas” en la cesta de tu existencia.

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