El comentario del Domingo: XVI del Tiempo Ordinario

19 de Julio de 2020. XVI Domingo Tiempo Ordinario Mt 13, 24-43

Si desde nuestros días miramos hacia los comienzos de la Iglesia, no nos resulta extraño lo que vemos, pero en los primeros años del cristianismo no podrían imaginarse lo que sería en el S. XXI. Lo que comenzó con un pequeño grupo de pescadores galileos, hoy son miles de millones los que viven aquella misma ilusión: el reino de Dios. El granito de mostaza se ha convertido en árbol, y la poquita levadura ha hecho fermentar a toda la masa. Es la gran fuerza interior del Reino, que ha ido creciendo sin violencia, sin espectacularidad, con firmeza.
Pero junto a aquellas primeras semillas que Jesús plantó, también han crecido otras «plantadas por el enemigo». Y ahora vemos que somos trigo y cizaña. Que entre nosotros hay buenos y malos. Y se dan circunstancias en las que nos preguntamos por qué no actúa Dios. Cuando mueren niños en el bombardeo de una playa o se derriba un avión lleno de inocentes, pensamos que Dios no lo debería permitir. Incluso podemos pensar que es injusto.
Pero este no es el estilo de Dios. Dios tiene paciencia y cree en el hombre. Siempre le da un voto de confianza, una segunda oportunidad. Como hizo con el hijo pródigo, siempre espera que vuelva. No podemos perder de vista que en el corazón de cada uno de nosotros también hay algo de cizaña. Que no somos perfectos ni inmaculados. Y Dios tiene paciencia con nosotros. No nos corresponde juzgar ni condenar, por evidentes que sean las pruebas. Nos corresponde luchar para ejercer de levadura, de sal y luz, en nuestro propio ambiente. Con el testimonio de nuestra vida. Y con la misma paciencia que tiene Dios.

Juan Ramón Gómez Pascual, cmf

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