14 de Mayo 2017. Jn 14, 1-12
No me gusta la política. Pero parece “el pan nuestro de cada día”, y hay que convivir con ella y con los políticos. La globalización y los medios de comunicación nos hacen conocer al momento lo que pasa aquí, fuera de aquí, y lejos de aquí. No me gusta la política porque se ha convertido en un instrumento al servicio de los políticos, de sus intereses personales o de su partido, sea del signo que sea. Se olvidan de que fueron elegidos para servir a los demás buscando la justicia, la paz y el bien común para todos por igual. Dejan a muchos descontentos, y se sienten defraudados.
Una vez más Dios sale a nuestro encuentro. Nos invita a acudir al que no defrauda, al que vuelve a recordarnos: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”.
No promete, actúa. No indica, va por delante. No hay que esperar para llegar a la meta, sino que haciendo ese camino (amaos los unos a los otros) es como se consigue el pleno sentido de nuestra vida. El que recorre este camino encuentra su propia verdad, vive feliz, tiene el amor en su vida.
Ningún político es capaz de entregarse de la forma que lo hizo Jesús. Su palabra, su vida, su muerte y resurrección son las que convencen. El que sigue este camino nunca se verá defraudado.
Juan Ramón Gómez, cmf