El comentario del Domingo: IV de Cuaresma

26 de Marzo, 2017. Juan (9,1.6-9.13-17.34-38).
“No hay peor ciego que el que no quiere ver”
En nuestra vida hay momentos en los que podemos estar faltos de luz, en tinieblas: dudas. Desorientación, búsqueda, confusión de ideas. Estamos como ciegos en muchas situaciones, y esa ceguera no es precisamente la ceguera física. Es ceguera moral, que es la peor porque no nos deja ver, e incluso pretende que los demás “vean” como nosotros. Encerrados a cal y canto en nuestra postura. Aferrados a criterios que no nos dejan crecer. A esta clase de ceguera es casi imposible curarla. Necesita de una gran dosis de humildad, de apertura de mente y corazón, que nos proporcione una visión nueva.
Esta visión nueva es la que nos ofrece Jesús, Luz del mundo: vivir en el amor, en la justicia, en la verdad. Tratamos de ocultar nuestras malas acciones, que no salgan a la luz. Lo malo lo hacemos a escondidas. Jesús es la luz que nos ilumina, y nos pide que también nuestra vida sea luz para los demás: “vosotros sois la luz del mundo”. Luz para iluminar, para dar sentido a la propia vida.
¿Soy así?

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