Con el buen tiempo del que disfrutamos este año, sales a la calle y no sabe uno de dónde sale tantísima gente. El trajín para la preparación de las fiestas que se acercan nos lleva de un lado para otro como si fuera lo último que hemos de hacer. No puede faltar nada, ni para la mesa ni para los regalos.
Y ojalá no se nos olvide que entre tanto ajetreo para el encuentro de la familia, hay una persona muy especial que se hará presente si entre todos los demás hay armonía, paz, amor. Ha de ser un tiempo de alegría y esperanza; de confianza en las promesas de Dios. El Salvador está cerca: este ha de ser el motivo de nuestra alegría.
A las puertas de la Navidad, María, la joven Madre, nos da las claves de una espera fecunda. Escucha al enviado por Dios, acoge su palabra, acepta el mensaje, Dios se encarna en ella y lo lleva a los demás, a su prima Isabel.
Que al preparar la Navidad no olvidemos lo fundamental: que nuestro corazón esté dispuesto para acoger, aceptar, llevar y amar al Niño-Dios que se hace presente en nuestras vidas.
Feliz Navidad.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf