El comentario del Domingo: I de Cuaresma

10 de marzo de 2019 (1 T C C).

En nuestra vida se presentan ocasiones en las que debemos elegir entre dos opciones. En lo más profundo de nuestro interior sabemos cuál es la correcta, pero encontramos razones más que suficientes para elegir la otra, bien porque nos resulta más atractiva, porque nos obliga menos, porque nos proporciona mejor imagen, porque es menos sacrificada… Es la tentación. El Maligno nos presenta la otra opción de forma que nos sentimos impulsados a elegirla. Caemos en la trampa. Nos dejamos seducir por lo fácil, lo inmediato, lo placentero.
Como Adán y Eva en el paraíso. Como todos a lo largo de la Historia. Bueno, todos no. Jesús, no. Aunque era igual que nosotros, sentía igual que nosotros, luchaba y sufría como nosotros, tenía muy claro lo que Dios le pedía. Jesús es tentado en la forma de cumplir su misión, para hacerla “de otra manera”, más espectacular y de mejor acogida por las gentes de su tiempo. Pero no era esa la voluntad de Dios, que lo envió hecho hombre, como nosotros, para que fuera Camino, Verdad y Vida. Su misión le habría de llevar a la cruz,  y no buscó otro camino que el de mostrarnos que Dios conoce la dureza de esta vida, y que en los momentos difíciles nos pide lo mejor de nosotros mismos. Y escuchó su palabra y no la del Maligno. Luchó y venció la tentación.
Un año más, la Cuaresma es la oportunidad de seguir el camino que nos indica nuestro corazón, al que nos impulsa el Espíritu de Dios. Dejemos que sea la Palabra de Dios la que nos marque el camino y nos de la fuerza y confianza para elegir el correcto.

Juan Ramón Gómez Pascual, cmf

 

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