25 Marzo 2018. Mc 15, 1-39
No creo que la entrada de Jesús en Jerusalén fuera como una de las procesiones de «La Borriquita» de nuestros días. Jesús era conocido y levantaba una cierta expectación y curiosidad. Con motivo de la Pascua habría mucha gente en la ciudad, pero no lo esperaban. Yo me imagino, más bien, a grupos de niños jugando y a algunos mayores, que ante la comitiva de los apóstoles y Jesús, montado en una burra, le saludarían y correrían detrás agitando los ramos de olivo y chillando.
¿Qué sentiría Jesús en ese momento, siendo consciente de que había llegado su hora? Serían unos días muy difíciles: «Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz».
Al iniciar la Semana Santa también nosotros debemos acompañar a Jesús, pero no solo con la alegría de los Ramos, sino con el deseo de ser solidarios con él en su entrega por nosotros. Caminemos con María, su Madre, que en toda la Pasión estuvo junto a su Hijo.
Juan Ramón Gómez, cmf