Mateo 21, 33-43
Domingo, 8 de octubre de 2023 (27º T O A)
“Dijo Jesús a los sacerdotes y a los senadores del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon…”.
Son los días previos a la Pasión, y siguen los enfrentamientos entre Jesús y las autoridades religiosas de Israel, el Pueblo elegido, y que terminarán con la muerte de Jesús. Dice Jesús en la parábola que los trabajadores no solo no entregan al dueño los beneficios que le tocan, sino que maltratan y apalean a sus enviados y matan al hijo para quedarse con la viña. Las autoridades religiosas conocían las Escrituras (1ª lectura, de Isaías), pero no se dan por aludidos. Continúan creyéndose los buenos, los cumplidores. Y cuando Jesús les pregunta qué hay que hacer con esos labradores, ellos dan la respuesta. Y Jesús les recrimina: “se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
Cuando leemos la parábola, “inconscientemente” nos “quedamos fuera”, como si no fuera con nosotros. Pero esto es muy cómodo. También va por nosotros el mensaje y el reproche. También la Iglesia es la viña del Señor y todos, trabajadores en la misma (domingo pasado). A cada uno se nos han concedido unos dones en nuestra vida, que han de dar los frutos que corresponden. ¿Qué cosecha puede esperar el Señor de nosotros? ¿Se tendrá que quejar por frutos pobres? En la primera lectura nos dice: “esperaba derecho y disteis violencia, justicia y solo oigo lamentos”. Nuestros frutos han de estar en línea con la caridad y la justicia.
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf
¿Qué cosecha puede esperar el Señor de ti?