Marcos 5, 21-43
Domingo, 27 de junio 2021 (13º T O B)
Nos cuenta San Marcos que entre la gente que rodeaba a Jesús, una mujer enferma cree que si lo toca, quedará curada, y que también resucitó a la hija de Jairo, jefe de una sinagoga.
Ante el dolor, la enfermedad o la muerte hay muchos cristianos que se llenan de dudas y no saben cómo enfrentarse a estas realidades de nuestra vida (y que antes o después nos afectan a todos). No tenemos una receta milagrosa para luchar contra ellas, pero sí podemos darles un sentido que nos ayude a sobrellevarlas.
Dice el libro del Génesis que Dios vio todo lo que había creado y que todo era bueno. Creó vida, no maldad y muerte. Estas son consecuencia de la libre acción del hombre frente a Dios. El orgullo y la autosuficiencia le llevaron a tener que sufrir. Pero Dios no dejó al hombre abandonado. Nos envió a su Hijo, que nos muestra con sus obras que es el Señor de la enfermedad y de la muerte. Curó a la mujer de sus hemorragias, y resucitó a la hija de Jairo. No lo hizo de forma mágica o automática, sino dependiendo de la fe de quien se acerca a Él. La mujer pensó que «con solo tocarle…», y Jairo: «ven a mi casa para que mi hija se cure y viva». Es la fe de estas personas en Jesús la que realiza el milagro. Tienen plena confianza en sus palabras: «el que crea en mí, aunque haya muerto, vivirá».
Estas lecturas de hoy no nos proporcionan una «solución» por mucha fe que tengamos en Jesús, pero sí nos iluminan para que sepamos afrontarlas desde la fe en Dios. Jesús sigue actuando en la Iglesia, en los Sacramentos, y nos dice lo mismo que a Jairo cuando le comunican la muerte de su hija. «No temas, basta que tengas fe».
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf
